La implantología dental ha supuesto una solución viable para aquellos pacientes que han perdido sus dientes, permitiéndoles una dentición fija con la que pueden masticar cualquier tipo de alimento, sonreír sin prejuicios o hablar sin temor a que la gente perciba su falta de piezas dental.
No obstante, en algunos pacientes la falta de hueso imposibilita la colocación de los implantes dentales, impidiendo que pueden disfrutar de las enormes ventajas que ofrece la implantología dental.
¿Cómo había sido la implantología dental?
En el pasado, estos pacientes debían conformarse con las prótesis completas removibles de toda la vida (las que comúnmente se conocen como dentaduras postizas) o con intervenciones con injertos óseos que requerían hospitalización, ocasionando postoperatorios dolorosos e incómodos y obligando a tiempos de espera de hasta 12 meses para poder alcanzar los tan deseados dientes fijos.
Con la intención de mejorar estos inconvenientes, a mediados de los años 90 del siglo pasado, se diseñó la técnica quirúrgica de los implantes zigomáticos, una intervención en la que se colocan unos implantes ligeramente más largos que los implantes convencionales y que al colocarse en la zona interna del hueso del pómulo podemos conseguir un anclaje firme que sujete los dientes fijos.
El implante zigomático es una técnica mínimamente invasiva, que no requiere hospitalización y en la que es posible colocar dientes fijos en unas horas y con postoperatorios más agradables que los clásicos injertos óseos.
¿En qué consiste la colocación de los implantes zigomáticos?
- Examen y exploraciones previas.
- Intervención programada.
- Posoperatorio y espera.
- Colocación de dientes fijos.
1. Examen y exploraciones previas.
Para poder realizar la intervención, el paciente debe ser examinado por el especialista en implantes zigomáticos mediante una exploración clínica y una tomografía o escáner maxilar 3D que permita visualizar la anatomía de la región zigomática, así como planificar de manera virtual con un software de alta precisión la colocación de los implantes. Una vez planificada en el ordenador, se construye una férula que guía al cirujano durante la intervención para la colocación de los implantes de forma milimétrica.
2. Intervención programada.
Posteriormente, la cirugía puede programarse. Se trata de una intervención ambulatoria que se realiza mediante anestesia local y sedación consciente. La intervención dura aproximadamente 2 horas y, posteriormente, esta técnica permite la colocación de dientes fijos provisionales en las siguientes 24 o 48 horas, dependiendo de la complejidad del caso.
3. Postoperatorio y espera.
El paciente suele marcharse a casa el mismo día y el postoperatorio suele incluir entre 2 a 4 días de inflamación y molestias que pueden paliarse con las recomendaciones del implantólogo. El paciente puede comenzar a masticar sólidos de consistencia blanda (pescado, pasta, arroz, etc.) tras la colocación de los dientes fijos provisionales.
Aproximadamente a los 7 días, se extraen los puntos de sutura y, a partir de ese momento, comienza un período de espera de 3 meses hasta que se pueden colocar los dientes fijos definitivos.
4. Colocación de dientes fijos.
La colocación de la prótesis fija definitiva es cómoda, puesto que no requiere anestesia local y solo necesita unos dos meses para poder ser entregada al paciente. Una vez que los dientes fijos definitivos ya estén colocados, el paciente podrá comer todo tipo de alimentos.
Hay que recordar que la salud bucodental es fundamental para garantizar el éxito de cualquier tratamiento dental, especialmente una implantología. Por esta razón, recomendamos que se siga un óptimo protocolo de limpieza y que se acudan a las revisiones periódicas con el especialista.
En definitiva, los implantes zigomáticos se utilizan desde hace más de 20 años con un alto índice de éxito y han permitido que muchos pacientes con poco hueso maxilar se puedan beneficiar de dientes fijos en pocas horas mediante tratamiento mínimamente invasivos, sin largos tiempos de espera y sin hospitalización.